


CAFÉ DIARIO, SANTO DOMINGO.- Por: Esmildry Rodríguez Medrano
La estructura legal es un pilar necesario en los negocios, pero no siempre es el punto de partida. Aunque aporta confianza y viabilidad a largo plazo, no es indispensable para iniciar. Pensar que todo debe estar perfecto desde el primer día puede convertirse en una barrera superflua.
No obstante, el miedo a asumir riesgos y a la formalización ha frenado más ideas de negocio que la falta de recursos. El temor a la burocracia lleva a posponer decisiones importantes. En realidad, lo estratégico es saber cuándo dar cada paso sin perder el foco en avanzar, incluso cuando no se tienen todas las herramientas para empezar.
Por otra parte, la constitución de una compañía permite acceder a financiamiento, establecer relaciones comerciales sólidas y evitar contingencias legales. Esto no implica que no se pueda comenzar desde lo pequeño. Lo relevante es comprender que la estructura se puede construir en el camino.
De hecho, muchos modelos exitosos nacen en la informalidad y luego evolucionan. A medida que el negocio crece, surge la necesidad de separar lo personal de lo empresarial y establecer bases sólidas. Ese crecimiento debe ir acompañado de cumplimiento y legalidad.
Ahora bien, afortunadamente para muchos -aunque para otros no- no existe una única fórmula para todos los emprendimientos. Algunos requieren una estructura legal inmediata; otros pueden escalar de forma gradual. La clave está en saber evaluar el momento y actuar con criterio, sobre todo con ese criterio que te mueve realmente a iniciar ese proyecto, aunque al compartirlo quizás no te entiendan; pero si tú lo tienes claro y crees en eso, lo demás será accesorio, y con el tiempo, los demás podrán caer en cuenta.
En síntesis, emprender no es esperar a que todo esté listo, sino comenzar con lo que se tiene. La legalidad es esencial, pero no debe convertirse en un freno. El equilibrio entre intuición, arriesgarse, estructura y acción marca la diferencia.
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