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Opinión

Más no siempre significa mejor

CAFÉ DIARIO, SANTO DOMINGO.- Por: Esmildry Rodríguez Medrano

Una persona decide pedirle más a la vida: un nuevo cargo, mejores ingresos, estabilidad emocional o una oportunidad para destacar. Y, de manera inesperada, todo comienza a llegar al mismo tiempo. Proyectos, propuestas, compromisos y responsabilidades aparecen en cadena, casi como si el universo hubiese acelerado la entrega. Al principio hay entusiasmo, pero pronto se instala la ansiedad, el desborde y la sensación de no tener el control. En medio del torbellino, surge una pregunta inevitable: ¿cómo sostener lo que parecía un objetivo y ahora amenaza con volverse un peso?

En ese escenario, la abundancia deja de ser sinónimo de plenitud y se transforma en una fuente de presión. La persona ya no celebra lo recibido, sino que intenta sobrevivirlo. Todo aquello que antes deseaba ahora le exige una versión más firme, enfocada y selectiva. Porque, si bien es cierto que recibir más puede ser un privilegio, también lo es que, mal administrado, se convierte en caos. Por tanto, no basta con pedir; también hay que prepararse para sostener lo que llega.

A partir de ahí, la gestión se vuelve clave. No se trata de rechazar lo bueno, sino de tener el criterio para asumir solo lo que tiene sentido. La claridad mental se vuelve una aliada poderosa para establecer prioridades y decidir qué merece atención. Delegar, pausar y reordenar no es señal de debilidad, sino de inteligencia práctica. Así, el manejo de las situaciones no se ejerce desde la acumulación, sino desde la selección consciente.

Además, es fundamental reconocer que no todo lo que aparece en el camino representa una oportunidad real. A veces, las propuestas llegan con envoltorios brillantes, pero detrás traen desgaste, confusión o desvío del propósito. Saber discernir requiere fortaleza interna y una brújula bien calibrada. Elegir lo que suma, sin miedo a soltar lo que deslumbra, es una expresión de madurez. La verdadera gestión personal comienza cuando se prioriza la coherencia sobre la apariencia.

En síntesis, entonces, ¿cómo se gestiona cuando la vida da más de lo esperado? No se hace desde el sacrificio constante, sino desde el equilibrio interno. Se trata de avanzar con intención, reconociendo cuándo decir que sí y cuándo es mejor frenar. Lo que parecía una carga abrumadora puede convertirse en una etapa de expansión si se navega con orden. Porque, al final, quien elige con sabiduría no lo carga todo, solo lo que está alineado con su visión de vida.

 

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