CAFÉ DIARIO, NUEVA YORK (EFE). – A casi una década de haber sido ridiculizado como "Little Marco" por Donald Trump durante las primarias republicanas de 2016, Marco Rubio ha resurgido como una de las figuras más influyentes en la escena política estadounidense. Ahora, como secretario de Estado, Rubio se ha convertido en el principal ejecutor de la política exterior del expresidente y actual mandatario, acumulando un poder inédito en la diplomacia estadounidense reciente.
Rubio, de 54 años e hijo de inmigrantes cubanos, ha dejado atrás su imagen de legislador tradicional para convertirse en una figura clave del entorno más cerrado de Trump. En menos de un año, ha sumado a su cartera la dirección de la Agencia para el Desarrollo Internacional (Usaid), la supervisión de la cooperación de seguridad con países aliados y una coordinación directa con el Consejo de Seguridad Nacional (NSC), concentrando funciones que evocan el papel omnipresente que tuvo Henry Kissinger durante la Guerra Fría.
Su enfoque ha transformado la política exterior estadounidense hacia un tono más duro e ideológicamente definido. Con un discurso alineado con los sectores nacionalistas y neoconservadores del Partido Republicano, Rubio ha priorizado el enfrentamiento con China, el respaldo sin fisuras a Israel y el rechazo a organizaciones multilaterales que, según su visión, "socavan la soberanía estadounidense".
Rodeado de figuras influyentes como Stephen Miller y Susie Wiles, su equipo refleja una fusión entre el trumpismo clásico y una nueva diplomacia conservadora. Un momento simbólico que marcó su ascenso ocurrió el 22 de marzo, cuando Rubio abordó el Air Force One acompañado de Elon Musk, consolidando una imagen de cercanía entre el poder político y el sector tecnológico.
Paralelamente, Rubio ha estrechado vínculos con círculos ultraconservadores y personalidades mediáticas como Tucker Carlson y el medio The Federalist, fortaleciendo su presencia en el ecosistema de la derecha estadounidense.
Sin embargo, su trayectoria reciente no ha estado exenta de polémicas. Ha impulsado iniciativas que condicionan la ayuda internacional a posturas alineadas con los intereses de seguridad de EE. UU., y ha sido señalado por abandonar sus posiciones más moderadas en materia migratoria. Como uno de los principales impulsores de la nueva política de deportaciones masivas, Rubio ha dejado atrás su pasado reformista.
Con una agenda cargada y un estilo más combativo que diplomático, Marco Rubio no solo encarna la voz internacional del trumpismo, sino que se perfila como un posible heredero político del movimiento que hoy domina al Partido Republicano. En un escenario de crecientes tensiones geopolíticas, su figura podría marcar el inicio de una nueva etapa de confrontación y unilateralismo en la política exterior de Estados Unidos.
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