


CAFÉ DIARIO, SANTO DOMINGO. – El "teteo" se ha convertido en un fenómeno sociocultural de gran relevancia en la vida nocturna de la República Dominicana, especialmente tras la pandemia de Covid-19. Este tipo de fiesta informal ha capturado la atención de diversos sectores de la sociedad, atrayendo principalmente a los jóvenes con su ambiente festivo, desinhibido y marcado por la música urbana, el baile y el consumo desmedido de alcohol y otras sustancias.
El término "teteo" surge de las fiestas informales en barrios populares, donde el reggaetón y otros géneros urbanos sonaban a todo volumen en espacios abiertos. Durante la pandemia, estas reuniones clandestinas proliferaron como respuesta a las restricciones de movilidad y horarios, atrayendo a un público mayormente joven y de sectores marginados.
El auge del reggaetón y la música urbana han impulsado su crecimiento, convirtiéndolo en una opción de esparcimiento nocturno más relajada y sin restricciones formales.
El "teteo" se distingue por su carácter improvisado y su falta de formalidades. Las fiestas pueden ocurrir sin previo aviso en calles y aceras de los barrios, con una mezcla de música a todo volumen, automóviles con potentes bocinas y una dinámica social sin censura.
José González, quien ha asistido a algunas de estas fiestas, afirma que "el ambiente es genial, aunque me preocupa ver menores de edad en estos eventos". Según él, algunos vecinos se oponen al ruido y a las aglomeraciones, generando conflictos con las autoridades.
Las plataformas digitales como Instagram y WhatsApp han facilitado la difusión de estos eventos, permitiendo que se organicen de manera rápida y masiva.
El "teteo" ha modificado los patrones tradicionales de entretenimiento en República Dominicana. Antes dominaban los bares y discotecas formales, pero ahora estas fiestas han creado una alternativa más accesible para aquellos que buscan una experiencia menos estructurada.
Sin embargo, el fenómeno no está exento de controversia. Mientras algunos defienden su carácter liberador, otros lo critican por fomentar el consumo excesivo de alcohol, la presencia de menores y situaciones de violencia.
Manuela Rivera, residente de Los Minas, lamenta la frecuencia de estos eventos cerca de su hogar: "No dejan dormir, y cuando llamamos a la policía, solo apagan la música momentáneamente para luego volver a subir el volumen".
A pesar de las críticas, el "teteo" parece haberse arraigado en la cultura nocturna dominicana. Su evolución dependerá de cómo la sociedad y las autoridades aborden sus implicaciones, balanceando la libre expresión con la necesidad de regulación y seguridad.
Este fenómeno continuará marcando la vida nocturna del país, con un impacto que va más allá de la música y el baile, influyendo en las dinámicas sociales y culturales de las nuevas generaciones.
No Comments yet!