


CAFÉ DIARIO, CHINA.- En China, la obsesión por alcanzar la belleza perfecta ha disparado el número de cirugías estéticas, convirtiéndose en un fenómeno social y económico sin precedentes.
Abby Wu, una influencer de 35 años que se ha sometido a más de 100 intervenciones desde su adolescencia, es el rostro más visible de esta tendencia.
Su historia, marcada por operaciones dolorosas y un ideal estético inalcanzable, refleja cómo la presión social y familiar empuja a millones de jóvenes a pasar por el quirófano para “encajar”.
Este auge ha sido alimentado por las redes sociales, donde aplicaciones como SoYoung promueven cirugías con algoritmos que detectan “imperfecciones” faciales. Influencers como Abby documentan cada procedimiento y normalizan el bisturí como parte del camino al éxito.
En este entorno, los estándares de belleza se han vuelto tan extremos que algunos procedimientos buscan emular rasgos infantiles, como ojos estilo anime o labios acortados para aparentar juventud eterna.
Pero esta carrera por la perfección tiene consecuencias. Cada año se realizan millones de procedimientos en clínicas que muchas veces operan sin licencia, lo que ha generado una ola de casos de negligencia médica, deformaciones permanentes y escándalos como el de la actriz Gao Liu.
La falta de regulación efectiva ha convertido la cirugía estética en un campo de riesgo, incluso para quienes pueden pagar las mejores clínicas.
Además, surgen estafas disfrazadas de oportunidades laborales: a mujeres jóvenes se les ofrecen trabajos que condicionan su contratación a someterse a cirugías financiadas con préstamos abusivos.
Atrapadas entre la deuda y la presión estética, muchas terminan con secuelas físicas y psicológicas. Mientras tanto, Abby y miles como ella siguen persiguiendo un ideal de belleza tan exigente como inalcanzable, alimentado por un sistema que convierte la estética en mercancía.
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