
Salud.- En una sociedad donde la rapidez marca el ritmo de cada día, detenernos a pensar en lo que ponemos en el plato parece un lujo. Sin embargo, nunca ha sido tan necesario. El almuerzo, esa comida que debería ofrecernos energía, equilibrio y bienestar, se ha convertido para muchos en un trámite resuelto entre frituras, comidas ultra procesadas y porciones desproporcionadas que no responden a las necesidades reales del cuerpo.
Volver a un almuerzo equilibrado no es una moda ni una extravagancia nutricional, es una urgencia. Nuestro país enfrenta crecientes tasas de sobrepeso, diabetes e hipertensión, problemas que encuentran un punto de partida silencioso en la mala alimentación cotidiana. Un plato balanceado —donde convivan vegetales frescos, proteínas de calidad, carbohidratos adecuados y grasas saludables— es un acto de prevención. Pero también de autocuidado.
Promover una cultura alimentaria más consciente implica romper con la idea de que comer sano es complicado, costoso o aburrido. La realidad es otra: los alimentos locales ofrecen una variedad nutritiva y accesible que muchas veces pasa desapercibida. El desafío es combinar tradición, educación y responsabilidad individual para transformar el almuerzo en un aliado, no en un enemigo silencioso.
Como sociedad, debemos exigir políticas públicas que mejoren la orientación nutricional y que faciliten el acceso a alimentos saludables. Pero también debemos asumir la responsabilidad personal de escoger mejor. Porque un almuerzo equilibrado no es solo un plato; es un compromiso con la salud de hoy y con la calidad de vida del mañana.

No Comments yet!