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Opinión

Pensamiento antes de voz

CAFE DIARIO, SANTO DOMINGO.- Por: Esmildry Rodríguez Medrano

Vivimos en tiempos donde parecer informado se valora más que tener información fehaciente de fuentes oficiales. La urgencia de decir algo sobre todo tema nos empuja a hablar incluso cuando apenas conocemos fragmentos de la realidad. Muchas veces repetimos ideas escuchadas sin haber leído directamente las fuentes originales ni reflexionado. En cambio, detenerse antes de opinar demuestra respeto, madurez y un compromiso auténtico con la verdad.

Desde la humanidad, reconocer que no siempre tenemos todos los elementos para emitir un juicio es un acto de humildad. No saber algo a fondo no es una debilidad, sino una invitación a investigar, comprender y formar criterio propio. Expresarnos sin ese proceso puede herir, confundir o amplificar desinformación innecesariamente. Elegir el silencio temporal es, en muchos casos, una muestra de sabiduría emocional.

Por otro lado, la calidad de nuestras opiniones depende directamente del rigor con que busquemos entender los hechos. Al igual que en las relaciones humanas, donde escuchar antes de hablar es señal de respeto, en la esfera pública deberíamos priorizar la comprensión antes que la respuesta. Solo al contrastar información, analizar distintas perspectivas y reflexionar con honestidad, nuestra voz se convierte en un aporte valioso. Así, nuestras palabras construyen en lugar de dividir.

Es esencial entender que no tenemos la obligación de emitir postura inmediata sobre cada situación que surja. La presión externa para reaccionar puede hacernos caer en opiniones vacías o, peor aún, injustas. Tomarse el tiempo para procesar, investigar y discernir no implica indiferencia, sino responsabilidad hacia uno mismo y hacia los demás. Saber esperar es, en sí mismo, un acto de fortaleza interior.

En última instancia, opinar desde el conocimiento y la reflexión fortalece nuestro carácter y enriquece el diálogo social. No apresurarnos a juzgar ni a repetir lo que otros dicen sin análisis previo nos hace más auténticos, más humanos. Cada vez que elegimos el silencio consciente, abrimos espacio para una voz más sabia, más compasiva y real. En definitiva, callar a tiempo también es una forma profunda de comunicar.

 

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