


CAFÉ DIARIO, SANTO DOMINGO.- La firma Pantone definen con cierta sorpresa el color del año, una iniciativa que nació en 1999 y que, desde entonces, sugiere más que ordena el tono cromático por excelencia que debe dominar las tendencias de todo el mundo, desde la moda, hasta la decoración pasando por la gastronomía o la belleza.
Y es precisamente en el ámbito del mundo del interiorismo (aparte, por supuesto, de la moda ávida de nuevas directrices para producir más) donde estas sugerencias tienen mayor sentido. Lucen como en ningún otro sector y se expresan sobre todo en el juego de texturas y acabados, creando el lenguaje del color que definirá los ambientes en tendencia. Así, el Mocha Mousse (Pantone 17-1230), que para nada es una novedad en el mundo de la estética, vivirá durante todo este año su mejores momentos.
Un viejo conocido de los diseñadores
Entre la mezcla de chocolate y el mousse con toques de cacao, este color ya se utiliza en el mundo de la decoración desde hace décadas, sobre todo, porque es un tono de los llamados 'clásicos' para salvaguardar cualquier diseño. ¿Y a qué obedece esta pauta de socorro? Pues a que combina a la perfección con todo tipo de planteamientos estéticos; a que respira cierto aire de confort y calma; a que, como dirían las señoras de toda la vida, es muy sufrido, y a que es una especie de recurso que en ciertos elementos de mobiliario resalta en todo su esplendor y le imprime cierto marchamo de lujo.
El diseñador brasileño del Atelier Ricardo Fasarello cubrió, ya en los años 60, el diseño de su butaca Esfera para conseguir elevar la impronta de la pieza. De este modo, veía revalorizados ciertos elementos de la construcción, como la resina de poliéster de la que está elaborada su carcasa/asiento. Un extra que tanto en su versión tapizada en textil como en cuero no encuentra parangón en modelos de la misma época.
A pequeña escala, grandes cambios
La misma fórmula de estilo se puede aplicar a piezas de decoración mucho menos potentes tanto en tamaño como en acabado, pero que encuentran en este mousse de color una opción que también aporta un extra de gusto por el diseño tranquilo. Lo vemos, por ejemplo, en dos casos muy particulares.
El otro ejemplo, el modelo excepcional de la lámpara de sobremesa Atollo en su primera edición modelo 233 en aluminio, que se subasta en salas de antigüedades por un precio cercano a los 15.000 euros, una muestra más de que lo bueno, si breve, dos veces bueno y que Vico Magistretti también pensó ya en los albores de los años 70.
Cómo utilizarlo en paredes y suelos
Ese aspecto de elegancia que se le supone a este tono en el mobiliario no funciona de la misma manera sobre un panelado de madera o directamente aplicado como imprimación de pintura en una pared desnuda. Si bien en el suelo ese color, entre el castaño claro y la crema manchada, presente en tarimas y parqué tiene su punto ciertamente curioso, en las paredes es de uso un tanto arriesgado.
En su contra juega el tono apagado y la poca intensidad que transmite, y que debe combinarse sabiamente con el mobiliario y los textiles que decoran esa estancia para que levante el ambiente. Sofás con tapizado de maquillaje empolvado, mesas del mismo color en maderas nobles y textiles suaves que imprimen mayor luminosidad forman el recurso perfecto para conseguir salvar esta idea. Sin duda, los británicos, grandes amantes de los riesgos con el color de las paredes, se hubieran decantado sin problemas por una habitación completamente engamada en este tono.
Textiles, la otra gran baza
El campo donde mejor se expresa este color es justamente el del mobiliario de formas rotundas y diseños potentes. La suavidad de los acabados textiles de terciopelo, que se pueden utilizar en todo tipo de cortinajes y tapizados, y la incorporación de este tono en sedas y lanas, como las que se emplean para la realización de alfombras de alta gama, descubren un juego de luces y sombras que solo este color marrón mousse puede conseguir.
Es precisamente ese cierto tono dorado lo que convierte a estas piezas en objetos de gran belleza. En cualquier caso, viva el marrón de toda la vida, aunque ahora nos llegue en su versión, digamos, más fashionista.
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