Periódico Café Diario
Opinión

Límites que previenen

Por: Esmildry Rodríguez Medrano

CAFE DIARIO, SANTO DOMINGO.- En el ejercicio profesional, especialmente en posiciones de alta exigencia, es común que se asocie la disponibilidad constante con eficiencia. Esta percepción ha llevado a muchos a responder afirmativamente a cada solicitud, sin evaluar con detenimiento su impacto operativo o estratégico. ¿Hasta qué punto esa actitud compromete la calidad del trabajo? En la mayoría de los casos, aceptar sin reservas no refleja verdadera colaboración, sino una falta de criterios definidos para priorizar. A largo plazo, esta práctica no solo afecta los resultados, sino también la reputación y el equilibrio en las relaciones laborales.

Desde una perspectiva funcional, esta tendencia puede generar consecuencias negativas en la gestión del tiempo y los recursos. Al comprometerse en exceso, se debilita la capacidad de cumplir con estándares técnicos, plazos razonables y niveles adecuados de revisión. En sectores regulados, aceptar más responsabilidades de las que se pueden asumir con rigor puede representar un riesgo operativo o de cumplimiento. Además, esta conducta puede llevar a una sobrecarga que entorpece la toma de decisiones estratégicas y desvía la atención de las tareas prioritarias.

En este sentido, limitarse a decir que sí por temor a generar fricciones impide ejercer un criterio autónomo. La capacidad de seleccionar qué solicitudes aceptar según su alineación con los objetivos institucionales es parte del juicio que se espera de los perfiles directivos. No toda solicitud merece respuesta afirmativa, ni todo requerimiento justifica una modificación en la agenda de trabajo. Evaluar con sentido práctico, teniendo en cuenta los recursos disponibles y el valor agregado que se puede aportar, permite preservar tanto la eficiencia como la credibilidad.

Por consiguiente, en algunas organizaciones, este comportamiento también genera efectos colaterales en la dinámica de los equipos. Alguien que nunca plantea objeciones puede convertirse en el receptor automático de las tareas que otros evitan, fomentando desequilibrios y tensiones internas. Asimismo, se pierde la oportunidad de educar a otros en la adecuada canalización de sus requerimientos. Establecer límites razonables, con fundamentos técnicos y administrativos, favorece la profesionalización de los procesos y contribuye a una cultura institucional más ordenada.

En síntesis, la respuesta afirmativa constante no siempre es un indicador de compromiso, sino que puede ser una señal de falta de filtros operativos. La persona que sabe cuándo y por qué decir que no, demuestra un manejo sobre su función y sobre los recursos bajo su responsabilidad. Este tipo de discernimiento no es un acto de resistencia, sino de responsabilidad técnica. En entornos donde la demanda es alta y el margen de error reducido, priorizar con criterio resulta esencial para sostener la calidad y preservar la eficiencia.

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