CAFÉ DIARIO, ESTADOS UNIDOS (AFP). – Este sábado se celebra el solsticio de invierno, un evento astronómico que trae consigo el día más corto y la noche más larga del año en el hemisferio norte. Este fenómeno, que marca el inicio del invierno, es también un recordatorio de la conexión entre los ciclos terrestres y la posición del planeta respecto al Sol.
El solsticio de invierno ocurre cuando el hemisferio norte está inclinado en su punto más alejado del Sol, lo que resulta en una menor cantidad de luz solar. Este evento puede ocurrir entre el 20 y el 23 de diciembre, dependiendo del año.
Desde tiempos antiguos, las civilizaciones han observado este fenómeno y han construido estructuras emblemáticas, como Stonehenge en Inglaterra y el Torreón en Machu Picchu, Perú, alineadas con los solsticios.
A partir del domingo, los días comenzarán a alargarse gradualmente en el hemisferio norte, un proceso que continuará hasta el solsticio de verano en junio, cuando el día será el más largo del año. Mientras tanto, en el hemisferio sur, este evento marca el inicio del verano y el día con mayor cantidad de luz solar.
Los solsticios y equinoccios dividen el año en estaciones astronómicas. Los equinoccios de primavera y otoño ocurren cuando ambos hemisferios reciben igual cantidad de luz solar, y la duración del día y la noche son casi iguales.
Por otro lado, las estaciones meteorológicas se basan en patrones climáticos. Según este calendario, el invierno comienza el 1 de diciembre, en contraste con el inicio astronómico marcado por el solsticio.
El solsticio de invierno no solo simboliza un cambio en la duración del día, sino también un tiempo para reflexionar sobre los ciclos de la naturaleza. Es un momento en el que las luces festivas, las mantas cálidas y las noches largas nos invitan a disfrutar de la quietud y la introspección mientras el año llega a su fin.
A medida que la Tierra continúa su viaje alrededor del Sol, este evento nos recuerda la precisión y la maravilla del universo que habitamos.
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