


CAFÉ DIARIO, SANTO DOMINGO.- La Navidad es una época llena de tradiciones, y una de las más comunes y compartidas en todo el mundo es la de adornar el hogar con un árbol de Navidad decorado con luces y ornamentos.
El árbol de Navidad se coloca en casi todos los hogares dos semanas antes del 25 de diciembre, pero pocos conocen de dónde proviene esta costumbre. Aunque no hay una única versión sobre su origen, hay varias teorías interesantes:
El árbol de Navidad, en su forma actual, tiene sus raíces en Alemania durante el siglo XVI. Según el portal Britannica, su origen se remonta a la tradición alemana de representar el “árbol del paraíso”, una práctica que se realizaba cada 24 de diciembre en conmemoración a Adán y Eva.
Al principio, este árbol estaba adornado con obleas, un símbolo cristiano de redención, aunque con el tiempo fueron reemplazadas por galletas de diversas formas.
Además, en el mismo espacio donde se colocaba el árbol, los alemanes solían instalar la “pirámide de Navidad”, una estructura triangular de madera con estantes que contenían hojas, velas, figuras navideñas y una estrella.
Esta fusión de decoraciones y símbolos dio paso a lo que hoy conocemos como el icónico árbol de Navidad.
El origen de las luces en el árbol de Navidad
El uso de luces en los árboles navideños también tiene una historia particular. Se atribuye a Martín Lutero, quien en Alemania fue el primero en colgar velas encendidas en un árbol. Inspirado por la belleza de las estrellas brillando en el cielo nocturno y con el objetivo de representar nuevos comienzos.
Con el paso del tiempo, estas costumbres se han adaptado y evolucionado, expandiéndose a lo largo de todo el mundo. Hoy en día, el árbol de Navidad y sus luces son un símbolo universal de la época navideña, representando alegría, unidad y la esperanza de un nuevo comienzo.
El cristianismo y la adaptación del árbol de Navidad
Con la expansión del cristianismo, la tradición del árbol de Navidad adquirió un nuevo significado religioso. Según la leyenda, se atribuye a San Bonifacio, un evangelizador inglés que, en el siglo VIII, viajó a Baja Sajonia para erradicar a los pueblos paganos.
En una de estas tierras, se estaba llevando a cabo un sacrificio humano al dios Thor. Bonifacio intervino talando un abeto y ofreciéndolo como símbolo de paz, vida eterna y amor infinito a Dios.
Desde entonces, se comenzó a talar abetos durante la Navidad y a decorarlos con manzanas, que representaban la tentación de Adán y Eva, y velas, que simbolizaban la esperanza y la luz de Cristo.
La costumbre del árbol de Navidad se fue extendiendo gradualmente por toda Europa, adquiriendo popularidad en diferentes países. Sin embargo, fue en Inglaterra, en el siglo XIX, cuando esta tradición cobró aún más fuerza, gracias a la Reina Victoria. Se cuenta que, en 1841, ella mostró su propio árbol adornado, el cual fue exhibido en la prensa, lo que provocó que esta tradición se popularizara en toda la nación y, eventualmente, en muchos otros países.
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