


CAFÉ DIARIO, CHILE (EFE). – La desaparición de los mastodontes no solo supuso una pérdida para la fauna del continente, sino también una amenaza persistente para la flora nativa de América del Sur. Así lo revela un estudio liderado por la Universidad de O’Higgins, en colaboración con el Instituto Catalán de Paleoecología Humana y Evolución Social (IPHES-CERCA) de Tarragona, España, publicado en la revista Nature Ecology & Evolution.
Por primera vez, los científicos han hallado pruebas fósiles directas del frugivorismo en mastodontes sudamericanos, es decir, su consumo habitual de frutas. Estos animales no solo se alimentaban de frutos carnosos, como los de la palma chilena, sino que también cumplían una función vital en la regeneración de los bosques, al actuar como dispersores de semillas a gran escala.
“Encontramos restos de almidones y tejidos vegetales en el sarro fósil de los dientes, lo que demuestra que estos animales jugaban un rol clave en la ecología del bosque”, explicó Florent Rivals, profesor del IPHES-CERCA y especialista en paleodieta.
La investigación se basó en el análisis de 96 dientes fósiles recolectados en un extenso territorio que abarca desde Los Vilos hasta la isla de Chiloé, en el sur de Chile. Cerca de la mitad de los restos proceden del yacimiento paleontológico del lago Tagua Tagua, en la región de O’Higgins.
Gracias a técnicas avanzadas como el análisis isotópico y el estudio del desgaste microscópico dental, los investigadores lograron reconstruir con precisión el hábitat y la dieta de estos gigantes extintos. "Los datos apuntan a un ecosistema boscoso, abundante en frutas, donde los mastodontes recorrían largas distancias, diseminando semillas y favoreciendo la diversidad vegetal", detalló Iván Ramírez-Pedraza, experto en reconstrucción paleoambiental.
Este hallazgo valida una hipótesis planteada en 1982 por el biólogo Daniel Janzen y el paleontólogo Paul Martin, quienes sugirieron que muchas plantas tropicales evolucionaron para atraer a grandes mamíferos como dispersores naturales de semillas. La desaparición de los mastodontes, según el estudio, rompió esa alianza ecológica milenaria.
El impacto continúa vigente: en el centro de Chile, el 40 % de las especies vegetales consideradas “megafaunales” —es decir, adaptadas a la interacción con grandes animales— están actualmente amenazadas, una proporción cuatro veces mayor que en zonas tropicales donde aún sobreviven dispersores alternativos como tapires o monos.
“Perder a los mastodontes no fue solo un evento zoológico. Fue también un quiebre botánico, ecológico y evolutivo que seguimos pagando hoy”, concluyó Sebastián González-Guarda, autor principal del estudio.
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