


CAFE DIARIO, CINE.- El pasado mes de junio se cumplieron 30 años del estreno de una de las mejores películas de Clint Eastwood. Dirigida por el propio actor y protagonizada por él mismo junto a la siempre brillante Meryl Streep, Los puentes de Madison llegó a las salas de cine en 1995 como la adaptación cinematográfica de la novela bestseller homónima que Robert James Waller había publicado tres años antes y fue todo un éxito a nivel de público y crítica. Su llegada al catálogo de Netflix este 2 de septiembre se antoja como una oportunidad de oro para celebrar el drama romántico, que tres décadas más tarde sigue siendo una auténtica joya.
Puntuada con 4,2 estrellas sobre 5 por los usuarios de SensaCine y con un 90% de la crítica en el agregador de reseñas Rotten Tomatoes, Los puentes de Madison es uno de los mejores largometrajes de Eastwood como director, aunque en un principio solo iba a protagonizarla.
Aunque la mayoría de la película está ambientada a mediados de los años 60, Los puentes de Madison comenzaba en el presente, cuando, tras la muerte de Francesca Johnson (Streep), sus hijos descubren en los diarios de su madre el motivo de su deseo de ser incinerada y esparcida desde el puente Roseman.
En la década de 1960, Francesca, una granjera de 40 años, se encuentra sola en casa porque su marido y sus hijos se han ido a una feria agrícola durante unos días. Por casualidad, conoce al fotógrafo Robert Kincaid (Eastwood), quien está fotografiando los puentes de madera cubiertos de la zona para una revista. Ambos se hacen amigos rápidamente, pero su relación se acaba convirtiendo en algo más pasional y romántico. ¿Debería quedarse con su marido y sus hijos o darle una oportunidad a su emocionante relación con el fotógrafo?
Antes de que Eastwood se convirtiese en el director, el mismísimo Steven Spielberg estuvo a punto de dirigirla y, de hecho, ambos trabajaron codo con codo en una de las reescrituras del guion. En un primer momento Clint Eastwood solo se había vinculado al proyecto como protagonista, pero finalmente acabó metido de lleno en el proyecto, con excelentes resultados.
Según publicaba en su día Entertainment Weekly coincidiendo con el estreno, después de que tres directores y cuatro guionistas se hubiesen quedado en el camino, Eastwood comenzó a impacientarse, temiendo que la película se quedaría en el limbo. "Ya han perdido bastante tiempo. Todos van a dedicarse a otra cosa", se quejó al entonces presidente de Warner Bros., Terry Semel. "¿Qué tal si la diriges tú?", le propuso el productor. "Dame 24 horas", respondió Eastwood.
El actor estudio la situación, tomo algunas decisiones y respondió que sí. Su objetivo en el proceso, como él mismo aseguró en una entrevista, siempre fue mantener la sencillez de la novela y mantener su esencia: "No quería intentar engañar ni hacer nada sofisticado porque, sea cual sea esa magia, si podemos trasladarla a la pantalla [habremos capturado esa esencia]".
El resultado fue una de las mejores películas de su trayectoria hasta la fecha y un éxito comercial -recaudó 182 millones de dólares frente a los 22 que había costado- que, aunque no ganó, también le valió una nominación al Oscar a Meryl Streep, cuyo fichaje no había sido muy respaldado por nadie pero Eastwood tuvo clarísimo.
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