El goalball enfrenta a dos equipos de tres jugadores cada uno en un partido que dura 20 minutos divididos en dos tiempos de 10 minutos. La pista tiene forma rectangular, con unas dimensiones de 18 metros de largo por 9 metros de ancho, y está dividida en seis áreas. Cada equipo se posiciona junto a una portería que ocupa todo el ancho del campo (9 metros).
El objetivo es lanzar el balón con la mano y marcar un gol en la portería del equipo contrario, mientras que los tres jugadores rivales intentan bloquearlo con su cuerpo. Para garantizar la igualdad entre los participantes, todos los jugadores utilizan antifaces opacos, independientemente de su grado de discapacidad visual.
Una experiencia táctil y auditiva
La orientación dentro del campo es crucial en el goalball, y para facilitarla, todas las líneas de la pista están marcadas en relieve. Esto permite a los jugadores ubicarse a través del tacto, combinando su percepción espacial con el sonido de la pelota.
El deporte no solo requiere precisión en los lanzamientos y capacidad defensiva, sino también una coordinación excepcional, agilidad y concentración. El silencio durante el juego es esencial, ya que los jugadores necesitan escuchar claramente el movimiento del balón.
Inclusión y competencia
El goalball es una demostración del potencial humano en circunstancias extraordinarias, promoviendo la inclusión y mostrando cómo las personas con discapacidad visual pueden competir a un alto nivel. Más allá del ámbito deportivo, este juego es un testimonio de cómo el deporte puede adaptarse para ser accesible a todos, destacando valores como el esfuerzo, la superación y el trabajo en equipo.
El goalball no solo se ha convertido en uno de los deportes paralímpicos más emocionantes, sino también en una herramienta educativa y social que fomenta la inclusión y visibiliza las capacidades de las personas con discapacidad visual.
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