


CAFÉ DIARIO, MADRID (EUROPA PRESS). – La tasa de mortalidad mundial ha disminuido significativamente en las últimas décadas, aunque los jóvenes y adultos jóvenes siguen siendo un grupo vulnerable, según el último estudio del Instituto de Métricas y Evaluación de la Salud (IHME) de la Universidad de Washington, publicado en The Lancet y presentado en la Cumbre Mundial de la Salud en Berlín.
El informe, que analiza datos de 1990 a 2023 en 204 países y 660 ubicaciones subnacionales, destaca que casi dos tercios de la mortalidad y morbilidad mundial provienen de enfermedades no transmisibles (ENT), principalmente la cardiopatía isquémica, el accidente cerebrovascular y la diabetes.
A pesar del progreso global, la mortalidad entre adolescentes y adultos jóvenes ha aumentado en algunas regiones. Entre 2011 y 2023, el mayor incremento se registró en personas de 20 a 39 años en América del Norte de altos ingresos, vinculado al suicidio, sobredosis de drogas y consumo excesivo de alcohol. En el mismo período, los jóvenes de 5 a 19 años presentaron un aumento de muertes en Europa del Este, América del Norte de altos ingresos y el Caribe.
El estudio también muestra que la esperanza de vida mundial volvió a los niveles prepandémicos, situándose en 76,3 años para mujeres y 71,5 años para hombres, aunque persisten profundas desigualdades geográficas: en regiones de altos ingresos puede superar los 83 años, mientras que en África subsahariana apenas llega a los 62 años.
El director del IHME, Dr. Christopher Murray, destacó que casi la mitad de las muertes y discapacidades podría prevenirse modificando factores de riesgo como la hipertensión, el índice de masa corporal elevado, la glucemia alta y la contaminación ambiental. Otros riesgos emergentes incluyen los trastornos de salud mental, el abuso sexual, la violencia de pareja y las condiciones ambientales como la exposición al plomo y al material particulado.
El estudio evidencia además un cambio en las causas de muerte, con un descenso de enfermedades infecciosas como la tuberculosis, diarreas y sarampión, mientras aumentan la diabetes, enfermedad renal crónica, Alzheimer y VIH/sida. La COVID-19, que fue la principal causa de muerte en 2021, descendió al vigésimo puesto en 2023, siendo reemplazada nuevamente por enfermedades cardiovasculares y respiratorias.
Entre los niños menores de 5 años, la desnutrición y la falta de acceso a agua y saneamiento seguros siguen siendo los principales riesgos, mientras que en los adolescentes y adultos jóvenes destacan las prácticas sexuales de riesgo y los accidentes laborales. En los adultos mayores, la hipertensión y el tabaquismo lideran los factores de riesgo modificables.
El informe GBD 2023 del IHME confirma que, aunque la humanidad ha logrado avances históricos en salud, persisten desafíos críticos: la transición hacia enfermedades no transmisibles, las desigualdades geográficas y los riesgos prevenibles que aún podrían salvar millones de vidas si se implementaran políticas de salud pública efectivas.
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