


CAFÉ DIARIO, SANTO DOMINGO. – Las dietas libres de harina han ganado un espacio importante en los hábitos alimenticios de muchas personas que buscan perder peso y mejorar su salud, incluso entre quienes no padecen condiciones médicas como la intolerancia al gluten. Así lo respaldan varios estudios, entre ellos investigaciones realizadas en el Hospital Universitario Miguel Servet de Zaragoza.
El objetivo principal de este régimen es reducir o eliminar el consumo de harinas refinadas, presentes en alimentos como el pan blanco y la pasta tradicional, sustituyéndolas por opciones integrales o fuentes de carbohidratos más saludables.
Uno de los beneficios más evidentes es la reducción del peso corporal. Al eliminar harinas blancas, se disminuye de forma significativa la ingesta calórica diaria, lo que favorece la pérdida de grasa. Además, las dietas bajas en carbohidratos y ricas en fibra proveniente de harinas integrales o de legumbres generan mayor sensación de saciedad, lo que ayuda a controlar el apetito y a mantener una alimentación más equilibrada.
Reducir el consumo de carbohidratos simples también disminuye la producción hepática de grasas, lo que puede reducir los niveles de triglicéridos y ayudar a regular la presión arterial. Estos efectos tienen un impacto directo en la prevención de enfermedades cardiovasculares a largo plazo.
Entre los alimentos recomendados en una dieta sin harinas se encuentran la manzana, el aguacate, el brócoli, la zanahoria, el requesón, las lentejas, los hongos, la avena, los frutos secos, los espárragos y las peras. Estos productos aportan nutrientes esenciales y ayudan a mantener niveles de energía estables.
Expertos advierten que el uso abusivo de harinas refinadas está vinculado a problemas de salud como la obesidad, la diabetes tipo 2, enfermedades metabólicas, problemas digestivos, alergias e intolerancias alimentarias, además de la enfermedad celíaca en personas genéticamente predispuestas.
La harina es parte esencial de la dieta dominicana, pero los especialistas insisten en que su consumo debe ser moderado y, de ser posible, sustituido por alternativas más saludables para prevenir complicaciones a corto y largo plazo.
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