


CAFÉ DIARIO, SANRO DOMINGO.- Cada 1 de julio, el mundo entero celebra el Día Internacional del Reggae, una jornada que rinde tributo a uno de los géneros más influyentes del siglo XX. Oficializado por la Unesco en 2018, este día reconoce al reggae como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad y resalta su impacto como lenguaje universal de resistencia, espiritualidad y justicia social.
La historia del reggae comienza en Jamaica a fines de los años 60, como una evolución del ska y el rocksteady. Con ritmo pausado, bajos marcados y letras profundas, el reggae se convirtió rápidamente en la voz de los que no tenían voz.
En un contexto social marcado por la desigualdad, el reggae emergió como refugio, denuncia y afirmación cultural. Fue la expresión de una generación que pedía identidad, respeto y libertad.
El reggae como voz de lucha y esperanza
A lo largo de las décadas, el reggae se consolidó como más que un género musical: se transformó en movimiento social y espiritual. Las letras de artistas como Bob Marley, Peter Tosh, Burning Spear o Jimmy Cliff abordaron temas como el racismo, la pobreza, la opresión colonial y la espiritualidad rastafari.
Pero también ofrecieron un mensaje de paz, unidad y redención. “One love, one heart” no fue solo una consigna: fue una filosofía de vida.
Desde los barrios de América Latina hasta los festivales europeos, el reggae ha sabido adaptarse sin perder su esencia. Su influencia cruzó continentes y fue adoptada por artistas como Alpha Blondy (Costa de Marfil), Gondwana (Chile), Cultura Profética (Puerto Rico), SOJA (EE.UU.) ,Pochi Marambio y Tierra Sur (Perú) o Los Cafres, Los Pericos, Nonpalidece y Resistencia Suburbana (Argentina).
Cada uno reinterpretó el reggae desde su realidad, manteniendo vivo su mensaje original de resistencia y transformación.
Más que música: identidad, espiritualidad y estilo de vida
El reggae también se expresa a través de símbolos como los colores rojo, amarillo y verde, el león de Judá o los dreadlocks. No son modas pasajeras, sino signos de identidad cultural, política y espiritual que definen a una comunidad global.
Celebrar el reggae es también reconocer esa identidad compartida que trasciende idiomas, razas y fronteras.
En cárceles, escuelas, centros culturales y espacios terapéuticos, el reggae se utiliza como recurso de transformación. Estudios han demostrado que su ritmo lento y líricas positivas ayudan a reducir el estrés, mejorar la concentración y elevar el ánimo.
Educadores, psicólogos y trabajadores sociales lo integran en sus prácticas porque saben que el reggae no solo suena: cura, educa y despierta conciencia.
No Comments yet!