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Cuando tener los dientes podridos era símbolo de riqueza

CAFÉ DIARIO.- En Europa entre los siglos XVI y XVIII, la decadencia dental no era un problema de salud, sino una señal de estatus.

Durante varios siglos, tener los dientes negros o cariados no era motivo de vergüenza, sino de orgullo… al menos entre las clases altas europeas. Entre los siglos XVI y XVIII, el azúcar era uno de los productos más caros y exóticos del mundo, reservado casi exclusivamente para la realeza y la nobleza. Su consumo excesivo, aunque dañino para la salud bucal, se convirtió en una marca visible de privilegio.

Un ejemplo famoso es el de la reina Isabel I de Inglaterra, cuya pasión por los dulces le dejó la dentadura visiblemente deteriorada. La moda llegó al punto de que personas de clases sociales más bajas llegaban a teñirse los dientes de negro para imitar a los aristócratas, buscando proyectar una imagen de lujo y poder.

Sin embargo, este curioso símbolo de estatus comenzó a perder fuerza a inicios del siglo XIX, cuando el azúcar se volvió más accesible. Lo que antes era un signo de riqueza, pasó a ser motivo de vergüenza. La estética dio un giro radical: ahora se valoraban los dientes blancos, especialmente en las clases altas. Con la llegada del cine y la publicidad, la sonrisa perfecta se transformó en el nuevo ideal de belleza.

Hoy, lo que alguna vez fue símbolo de poder, es sinónimo de descuido. Un recordatorio de cómo la historia transforma nuestros estándares de belleza.

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