


CAFÉ DIAIO, SANTO DMINGO.- Por: Esmildry Rodríguez Medrano
En los negocios, la firmeza personal no siempre es bien recibida. Para muchas personas, la seguridad proyectada puede resultar incómoda, sobre todo cuando no encaja con los códigos tradicionales de humildad discreta. ¿Por qué a veces molesta tanto alguien que sabe lo que quiere y lo expresa sin titubeos? Lejos de generar admiración, esta actitud despierta resistencia en quienes prefieren rodearse de perfiles más conformes. En lugar de interpretarse como certeza, se percibe como desafío.
En este sentido, existen profesionales que valoran profundamente ese tipo de presencia. En diversas interacciones comerciales, se tiende a confiar más en quienes muestran dirección precisa y coherencia. Esta preferencia no es casual: inspira seguridad y reduce incertidumbres en escenarios de alto riesgo. Algunos incluso eligen cerrar tratos solo con quienes tienen rumbo firme y objetivos definidos. Por eso, la seguridad bien gestionada se convierte en activo estratégico.
No obstante, no todos interpretan esa solidez de la misma forma. Para una parte del ecosistema empresarial, la convicción puede parecer imposición o falta de apertura. Esta percepción suele originarse en inseguridades personales o en modelos jerárquicos que privilegian el acatamiento. La incomodidad surge, en muchos casos, no del exceso del otro, sino del vacío propio. Por eso, lo que incomoda también revela.
Del mismo modo, los negocios modernos requieren líderes que sostengan su postura sin agredir ni minimizar. La seguridad no es lo opuesto a la empatía, sino una herramienta para construir relaciones comerciales transparentes. Cuando se expresa con equilibrio, transmite confianza a los equipos, clientes y aliados. Aquellos que saben quiénes son y hacia dónde van elevan el nivel de las conversaciones. Por eso, la firmeza auténtica no solo se percibe, también se contagia.
En síntesis, la confianza puede resultar incómoda para algunos, pero inspiradora para muchos otros. La diferencia no está en la actitud en sí, sino en cómo es recibida según el contexto y la madurez emocional del entorno. En un mercado exigente, saber mostrarse con seguridad puede abrir puertas que la duda jamás tocaría. Quienes reconocen el valor de esa presencia prefieren rodearse de decisiones firmes antes que de discursos vacilantes. Avanzar con convicción, sin pedir permiso por ello, también es una forma legítima de construir.
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