

Cfe diario, moda.- Pocas marcas consiguen ser reconocibles al instante como Ami Paris. Fundada por Alexandre Mattiussi en 2011, Ami (que en francés significa “amigo”) se ha forjado una reputación por su sastrería natural, sus básicos elevados y su característico logotipo Ami, que ahora luce en prendas de punto desde París hasta Seúl.
Posicionada entre el lujo y el streetwear, la firma es conocida por combinar cortes definidos con una sensación de calidez y un toque lúdico. En poco más de una década, ha pasado de ser una única boutique en París a convertirse en un actor global de la moda, impulsada tanto por su inteligente estrategia de marca como por sus básicos de armario contemporáneos.
Historia y evolución de la marca
La visión de Mattiussi para Ami nació de su experiencia en casas como Dior, Givenchy y Marc Jacobs, pero su propia marca tomó un camino más personal. Quería crear ropa que sus amigos de verdad quisieran llevar: elegante, sí, pero también real, cómoda y democrática. La primera boutique de Ami abrió en París en 2012, y para 2013 la firma ya había ganado el prestigioso premio ANDAM, consolidando su posición en el mapa de la moda francesa. El característico motivo Ami de Coeur (un corazón rojo sobre la letra “A”) se introdujo pronto y se convirtió en el emblema de la identidad amable y romántica de la casa. En los años siguientes, la marca se expandió a la moda femenina, superando sus raíces masculinas pero manteniendo los mismos códigos estéticos: líneas limpias, paletas minimalistas y un toque lúdico.
Ami se convirtió rápidamente en un básico para el tipo de persona moderna que valora la calidad pero no quiere parecer demasiado arreglada. Su posicionamiento, el lujo accesible, ha sido un punto clave en el término medio de la moda: no tan intimidante (o caro) como el lujo tradicional, pero muy por encima de la vorágine del fast fashion.
Factores clave del éxito y redes sociales
La marca ha creado una comunidad de más de un millón de seguidores en Instagram, con cuidadas imágenes de campaña, momentos destacados de los desfiles de París y muchos momentos con el logotipo del corazón. Pero no se trata solo de sesiones de fotos de moda impecables: el feed de Ami a menudo se inclina hacia el storytelling de estilo de vida, desfiles en la azotea de las Galerías Lafayette, vídeos espontáneos de los desfiles o narrativas lúdicas sobre la amistad y el amor. La marca también ha adoptado un enfoque de marketing con celebridades similar al de las principales casas de lujo: campañas y contenido con estrellas como el actor Dylan O’Brien para FW25, así como iconos del pop como la modelo Alex Consani para SS26.
En TikTok, Ami ha apostado por el contenido de storytelling que involucra a la comunidad: mostrando a personas y lugares reales de París y, por supuesto, sus jerséis con el logo A♥, universalmente apreciados. El contenido abarca desde guías de restaurantes hasta resúmenes estéticos de los desfiles. La marca también consiguió notoriedad orgánica cuando sus prendas aparecieron en Emily in Paris. Más allá de los “me gusta” y las veces que se comparte, esta fluidez digital ha mantenido a Ami presente en la conversación cultural, mostrando su evolución desde el reconocimiento del logotipo hasta la creación de outfits sofisticados.
Gama de productos y precios
Las etiquetas de precios de Ami cuentan la historia de su posicionamiento. En la tienda online europea, los básicos como las camisetas Ami de Cœur se venden por unos 135–180 euros, mientras que las sudaderas con y sin capucha con el logotipo oscilan entre los 240 y los 370 euros. Las prendas de punto, especialmente los icónicos jerséis de cuello redondo con el logotipo, suelen venderse por 400–500 euros. En la gama más alta, las blazers de sastrería parten de unos 735 euros, y los abrigos de lana de invierno alcanzan los 1.100–1.500 euros.
En la colección más reciente de Primavera/Verano 2026, Alexandre Mattiussi redujo el armario a solo nueve colores, optando por un look “menos preppy” pero que conservaba la característica naturalidad pulida de Ami. La atención se centró en cambio en detalles voluminosos y una sastrería escultural: hebillas de cinturón de gran tamaño, bolsillos con pespuntes y solapas de muesca alta, creando un sutil dramatismo dentro de siluetas depuradas que a menudo se repetían tanto en los looks masculinos como en los femeninos.
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